Alba M. Peinado
Canta, musa, a una princesa enjaulada, con el corazón roto y las alas marchitas. Canta a su dolor, a su soledad, a su alma desgarrada y a su corona maldita. Canta a todo lo que ha perdido, a sus manos vacías de dolor. Canta cómo emerge de las cenizas, con alas nuevas, para descubrir que el monstruo era su propia sombra, que nadie muere por una daga mal clavada en el corazón de una princesita.