Alarcón Sánchez, José María
En tiempos de vértigo y desarraigo, cuando el hombre moderno ha hecho del olvido su patria y de la prisa su liturgia, Versos desde la tierra serena irrumpe como un remanso de contemplación y palabra, como una suerte de santuario lírico donde aún se honra la cadencia del mundo natural y el temblor del alma humana. Estos poemas —hilvanados con una sensibilidad que parece beber tanto de los místicos castellanos como de la delicadeza oriental— son, a la vez, elegía y alabanza, meditación y destello, súplica y celebración. Cada verso es una pincelada sobre el lienzo del tiempo; cada estrofa, un reclamo silencioso contra el estrépito de la banalidad contemporánea. Aquí la naturaleza no es paisaje, sino revelación; y la memoria, más que archivo de vivencias, se torna liturgia del corazón. Dicho de otra forma, no se trata de una geografía concreta, sino de una disposición del ánimo: la de quien ha aprendido a mirar hacia adentro sin perder el pulso del afuera; la de quien escribe no para exhibirse, sino para agradecer. No es un mero testimonio poético, sino una defensa —serena pero firme— de todo lo que aún merece ser dicho en voz baja.