Ysmer Palazuelos, José María
La sed, necesidad universal, también recala en lo aparentemente inanimado y duro de las piedras. Ablandar realidades, a veces opresivas y poco dadas a la caricia, es un deseo que gota a gota se filtra por los dedos con la intención de devolver lo inquebrantable e insensible a sus orígenes, un simple grano de arena en el cálido infi nito de una playa. La sed de las piedras es la búsqueda en la naturaleza de todo aquello que nos hace humanos y nos desintegra, nos llena de grietas por donde se escapa el aire. Seamos pues esa sed devoradora que nos destruye y nos construye nuevamente con lo más simple que parece inagotable: nuestra capacidad de amar.