J. G. Molina
Copán (Honduras), año 2079. Un grupo de arqueólogos españoles y su profesora son detenidos en un control de carretera. Dicha arqueóloga, antes conocida como la princesa Dorotea de Bordón, parece el objetivo de las iras desencadenadas a lo largo y ancho del nuevo Imperio mesoamericano. Un movimiento popular amenaza con trastocar el statu quo, lo que en teoría no conviene a nadie. Ello pondrá en marcha un plan supuestamente infalible y calculado para solventar la situación mediante la intervención humanitaria de una flota española. Tras zarpar, poco de dicho plan sobrevive. La capitana Lorca, al frente del Europa, tratará de solventar la situación. Su objetivo principal será proteger a sus tripulantes y a su buque. Para ello deberá desentrañar una serie de hechos movidos por intereses ocultos y en los que nada ni nadie es lo que parece. Bajo la espontánea capa de furia y odio se esconde una trama de intereses que ahonda sus raíces varios siglos atrás. Esta historia puede leerse como una narración de aventuras trepidante, pero también como una advertencia convertida en reflexión sobre la condición humana, la búsqueda de identidad en un mundo globalizado y el enfrentamiento constante entre el pasado y el futuro. Los personajes, cada uno en su ámbito, luchan por entender su lugar en un mundo que cambia rápidamente, marcado por la tecnología, el avance científico y los dilemas éticos y morales, todo ello navegando en los mares de un mundo turbulento, donde la promesa de desarrollo tecnológico no ha aportado para la mayoría la felicidad soñada. Ojalá estemos ante un retrato distópico y no frente a nuestro futuro más probable.